Con esta breve reseña, así como con la actividad cultural con la que vamos a presentar desde la Asociación El Legado de las Mujeres, en El Ateneo de Madrid, la poesía de esa “mujer de Letras”, (como reza el tema del Congreso que sobre ella va a celebrarse en Salamanca, en el que esperamos estar presentes), hemos pretendido prestar la atención que le es debida a la Carmen Gaite poeta, a nuestro criterio, injustamente ensombrecida, -pese a que fue en este género con el comienza su andadura literaria-, así como a la altísima valoración que ella misma tiene de la poesía, entendida como esa iluminación que “entra sin anunciarse” y cuya presencia atraviesa su obra toda.
Para ello, os invitamos, con acendrado afán, a hacer un recorrido por el itinerario poético de la autora, por esa poesía “a rachas” como ella misma la califica, y en cuya poética, contenida en el eminente y riguroso trabajo que José Teruel hizo en su momento de la obra poética de la autora, (incluido en el tomo tercero de sus obras completas, ahora descatalogado, pero que acaba de salir publicado de forma independiente, por la editorial La Bella Varsovia), en cuyo excelente prólogo recoge las palabras de la autora que nos habla de la proyección y entrecruzamiento de lo poético en su obra ensayística, narrativa y autobiográfica, particularmente, y que tendremos ocasión de comprobar a poco que hayamos leído cualquier texto tuyo, perfectamente identificable como suyo, otro galardón más que engalana su figura, como ya he comentado en ese precioso relato breve “De tu ventana a la mía”, del que también he hecho una breve reseña en este blog.
Este librito os llevará de la mano por las etapas y evolución de su obra poética, desde su primer poema “La barca nevada”, publicado allá por el año 47 en la revista universitaria “Trabajos y días” ( escrito ante la contemplación de el cuadro del mismo título del pintor salmantino José Núñez Larraz, (padre de ese excelso poeta a quien tuve el privilegio de tener por amigo en mi primera juventud, en esa bienhadada ciudad que es para mí siempre Salamanca), a Después de todo, elocuente título a poco que se conozca la biografía de la gran escritora salmantina.
Vaya, pues, con este breve exordio, nuestro ferviente deseo, por ella alentado, de que leais sus poemas y lo hagáis en voz alta, para así intentar alcanzar el fin último de la poesía que es dejarse empapar por la emoción, dejar que los versos, siempre esperanzados, pese a todo, de nuestra querida Carmiña, os lleguen al corazón y allí se asienten.
Durante los primeros años de su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 – Madrid, 2000) se concentra en la escritura de Entre visillos (1958), una de las obras más significativas de su producción y una de las narraciones más relevantes de los años cincuenta. En ese tiempo, además, da a luz a su primer hijo –Miguel– que muere de meningitis en 1955 a los siete meses de su nacimiento. El dolor la obliga a pausar la redacción del manuscrito, pero sus ganas de vivir y de volver a ser madre la impulsan a terminarlo y la llevan a quedarse embarazada de nuevo. En 1956 nace su hija Marta y en 1957 el libro obtiene el Premio Nadal, solo dos años después de que Ferlosio lo consiguiera con El Jarama. Su marido no sabía que lo había presentado al certamen porque, como Carmen declaró en una ocasión, «no quería que su opinión me influyese ni en pro ni en contra». Corrían tiempos de inquietud y de sentimientos contradictorios.
Entre visillos, escrita en Madrid, muestra el ambiente que la autora conocía de su vida en Salamanca, el de una capital de provincias a mediados del siglo XX. La novela refleja la circunstancia vital de una serie de individuos a lo largo de unos meses: se inicia con las Ferias de septiembre (en el segundo capítulo, Pablo Klein regresa del extranjero para hacerse cargo de las clases de Alemán en el Instituto femenino) y termina antes de Navidad, cuando el mismo personaje abandona la ciudad, hastiado de unas relaciones insinceras y de una vida vacía y sin alicientes. La relación con sus alumnas es difícil porque no entienden sus métodos de enseñanza y a él le resulta fatigoso hacerles comprender que hay vida fuera de los muros de una población levítica. La ciudad está varada en la nada, los jóvenes burgueses maduran torpemente entre diversiones insustanciales, y las chicas, además, están sometidas a los designios de sus padres y sus novios. Los hombres ejercen una clara superioridad sometiéndolas o engañándolas, y si alguna destapa sus deseos o confiesa su forma de parecer, la sociedad se abalanzará sobre ella, censurando su conducta casquivana o indómita.
En Entre visillos Carmen Martín Gaite recrea los usos amorosos de las mujeres de la época. Es significativo que le dé la palabra a Natalia, a la que vemos escribir un diario donde se manifiesta sin disimulo. Pero también hace un estudio veraz de otras protagonistas que se ajustan más a lo convencional. Elvira es un ejemplo de joven indecisa que se revela incapaz de impugnar las normas sociales; Gertru representa a la muchacha que se entrega a un matrimonio desigual que la hará infeliz; Mercedes encarna a la solterona frustrada, incapaz de encontrar marido, y Julia se debate entre sus deseos de huir a Madrid para empezar una nueva vida y la imposición de unas directrices que laminan sus aspiraciones. Los hombres también cumplen su función en la ceremonia colectiva. Tienen un papel falso y dominador, aparentemente cómodo, razones por las que Pablo Klein, educado en un entorno más franco e igualitario, decide marcharse.
Aunque el nombre de Salamanca no se refleja en el texto, es evidente que la escritora sitúa la historia en esta ciudad. Con el libro en la mano no es difícil seguir las huellas de los personajes y advertir el valor simbólico de algunos espacios. La Plaza Mayor emerge como un lugar por el que se transita a diario, el Casino es el centro donde se divierte la juventud acomodada, el río se revela como un ámbito de libertad vinculado al gozo y al placer, y la Catedral representa el poder dominador de la religión. El significado de su torre de piedra –un calco de la que dibujó Clarín en La Regenta– da un giro por obra de Gaite, que permite a Tali y a Julia ascender por sus escaleras para contemplar la ciudad desde la altura. Es su forma de expresar la audacia de estas mujeres y de concederles simbólicamente la oportunidad de liberarse.
La novela también destaca por el uso del lenguaje. Martín Gaite despliega en ella su asombrosa capacidad para captar el habla de la gente y para describir con naturalidad y simulada sencillez una realidad humana hipócrita y desencantada.
Reseña de Entre visillos, realizada por la profesora Ascensión Rivas Hernández, catedrática de la Universidad de Salamanca, Jornadas culturales Instituto Vaguada de la Palma para alumnos de bachillerato: "Carmen Martín Gaite, mujer de letras".
Mientras preparaba esta reseña sobre uno de los relatos breves más representativos de su particular modo de construir la ficción, tan entreverada, por otra parte, de realidad, me he dado cuenta de que mi identificación con la escritura y los personajes de esta autora y su peculiarísima forma de narrar, -cuando yo aún no había pensado siquiera en ser escritora-, va más allá de que yo también rellenara cuadernitos “de todo”, en mi primera juventud; tuviera una colección de boinas en tonos beige y grises, como ella; o muchos años después, también como ella, cantara o recitara en las conferencias, llegado el caso, con total naturalidad, para “echar a andar el verso” o hacer bailar a la prosa y al público asistente con ella. Pero lo que es aún más asombroso es que me he dado cuenta ahora, de que algunos personajes femeninos de mi libro de relatos Desvío al trópico. Cuentos de amor, de locura y misterio, (como esas amigas, Carlota e Inés cuyas vidas conocemos a través de las cartas que se escribieron, en el cuento “Elvis, mon amour”; o aquella Talía que viaja, buscando consuelo para un malhadado amor, cuya única carta, nunca respondida lleva siempre consigo, en “La Carta” entre otros), tienen, sin yo haberlo pretendido, ni haberme dado cuenta, una gran deuda con la autora de Nubosidad variable.
Así que vayan estas dos pequeñas pinceladas, resueltas en las dos reseñas aquí incluidas, sobre su trayectoria poética y sobre este precioso relato, como pago exiguo, pero bien intencionado, a esa inmensa deuda por mí contraída perpetuamente para con ella.
Este relato breve está incluido en ese libro imprescindible, editado y prologado por Laura Freixas, hace tres décadas, cuyo elocuente título Madres e hijas, que he releído con verdadera fruición, recoge catorce relatos, todos ellos escritos por grandes escritoras del siglo XX, y todas ellas movidas por un mismo afán: el tratar un tema universal: las casi siempre difíciles relaciones madre- hija, prácticamente ausente de la literatura, en general, y española, en particular.
Todos me han parecido de una absoluta modernidad; todos, de gran altura literaria, pero éste, “ De tu ventana a la mía”, en forma de carta, tan propio de su escritura, que nos habla de esa forma “peculiar” de comunicarse, de ese vínculo irrompible, casi físico con la madre muerta, alcanza los contornos de lo mágico e inasible, y por ello nos conmueve particularmente.
He aquí el punto de partida de este poético relato, dedicado al gran dramaturgo y amigo personal de la autora, el escenógrafo, Francisco Nieva.
Así da comienzo el relato: New York, 21 de enero de 1982
Anoche soñé que le estaba escribiendo una carta muy larga a mi madre, para contarle cosas de Nueva York, pero era una forma muy peculiar de escritura.
Y así describe la autora, en ese precioso párrafo final, el prodigio del encuentro más allá de la muerte, en la orilla misma de la vida:
(…) ¡Pues anda que no había camino, vericueto y laberinto para llegar a eso que se produjo anoche, a esa misión cifrada de señales entre mi madre y yo, de su ventana a la mía!
Y de mi ventana a la suya. A la de ella, la de nuestra querida Carmiña. ¿Dónde mejor?
Reseña de Entre visillos, realizada por la profesora Ascensión Rivas Hernández, catedrática de la Universidad de Salamanca, Jornadas culturales Instituto Vaguada de la Palma para alumnos de bachillerato: "Carmen Martín Gaite, mujer de letras".
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