La fuga
Y suelta la labor, y se levanta,
y el cristal es un marco
de abedules de plata.
–Qué mirará mi madre.
El sol tiene un aroma de membrillos
y el esplendor enciende
su fogata de sed en cada hoja.
Y descorre el visillo, y ajusta la falleba,
y se sienta otra vez cara a la tarde.
–Madre, mira, el otoño…
Siete pájaros, nueve, veintiuno,
doscientos, un millar atraviesan
y vuelan la ventana.
–Adónde fuiste, madre.
Me mira despertando,
soltando despaciosa las maletas
de sombra de sus ojos.
Enciende ya la luz.
Hasta mañana.
A Carmen Martín Gaite,
Desde la ventana
(de Los cuerpos oscuros, 2016)
Poema de Juana Castro